Las detonaciones alentaban una catarsis generalizada y contagiosa para los miles de espectadores, el cielo del litoral resplandecía con sincrónica intermitencia desde el puerto de Valparaíso hasta los tímidos espigones que se escondían tras la irregular geografía de Con Con.
Un fogonazo agresivo iluminó la bahía seguido de un estruendo motivador, de aquellos que embravecen hasta el alma más pasiva. Los gritos provenían de toda la playa como una respuesta instintiva al zumbido de los petardos en ascenso, una masa de personas me rodeaban ovacionado el espectáculo pirotécnico más importante del continente mientras se zambullían en sus propias reflexiones, admirando el firmamento humeante que recibía el 2009.
¿Por qué motivos, deseos u objetivos le gritan al viento? ¿Qué los mueve a secar la garganta y forzar los pulmones? ¿Qué secreta victoria celebran o de cual dolorosa derrota se desahogan?
Algunos celebrarían por los logros del año que se va, brindando por la despedida de un 2008 exitoso, el balance positivo de lo hecho da para no escatimar en champaña y abrazos. Otros, miran hacia el futuro y dan la bienvenida a una nueva oportunidad de superar los proyectos pasados inconclusos, energizados por un nuevo inicio, motivados por la oportunidad de partir desde cero que nos regala el destino.
Sin importar el motivo, todos nos encontrábamos ante dos realidades en esa noche viñamarina, disfrutábamos con adrenalina de los abruptos destellos del horizonte mientras cerrábamos simbólicamente un ciclo, a la vez que iniciábamos uno nuevo sin intervalos o entre tiempos.
De la misma forma como sucede en el mundo organizacional, la gestión de uno mismo se organiza mejor por practicidad en ciclos o periodos anuales, sea que estos tengan como hito de inicio y fin el año nuevo, el cumpleaños o alguna fecha de fuerte simbolismo personal.
Estas fechas hito deben ser aprovechadas para evaluar y reflexionar sobre los proyectos y objetivos planteados doce meses atrás, verificar con objetividad las fortalezas que fueron potenciadas y las debilidades que lograron o no canalizarse hacia emociones y conductas constructivas. Es aquí donde se decide continuar por el mismo rumbo, realizar algunas modificaciones o incluso llegar a los extremos de modificar la misión de vida, pues nunca se es tarde para ello.
Como no podemos dedicar la vida a planificar, evaluar y monitorear el avance de nuestros planes y metas que nos guían a lograr nuestra visión de vida, (dado que de hacerlo podríamos reducir esa vital incertidumbre y espontaneidad que nos brinda el vivir el momento presente sin estructuras), si debemos reservar tiempo para ese necesario ejercicio de introspección en estas celebraciones de fin de año, asegurándonos así la planificación anual de los objetivos personales.
Por lo tanto, ¡no te limites a levantar la copa!, tómate el tiempo para replantear lo que no suma al proyecto de vida personal, a desafiar nuestros modelos mentales que ocultan camuflados prejuicios que nos limitan como observadores de nuestro entorno, distorsionándolo.
Estas fechas aprovéchalas para renovar el compromiso con nuestras metas y aspiraciones, para retomar la pasión y la fuerza que son necesarias en el disfrute de lo que todos tenemos como fin último: ser felices en el instante presente, en el aquí y el ahora.
Un fogonazo agresivo iluminó la bahía seguido de un estruendo motivador, de aquellos que embravecen hasta el alma más pasiva. Los gritos provenían de toda la playa como una respuesta instintiva al zumbido de los petardos en ascenso, una masa de personas me rodeaban ovacionado el espectáculo pirotécnico más importante del continente mientras se zambullían en sus propias reflexiones, admirando el firmamento humeante que recibía el 2009.
¿Por qué motivos, deseos u objetivos le gritan al viento? ¿Qué los mueve a secar la garganta y forzar los pulmones? ¿Qué secreta victoria celebran o de cual dolorosa derrota se desahogan?
Algunos celebrarían por los logros del año que se va, brindando por la despedida de un 2008 exitoso, el balance positivo de lo hecho da para no escatimar en champaña y abrazos. Otros, miran hacia el futuro y dan la bienvenida a una nueva oportunidad de superar los proyectos pasados inconclusos, energizados por un nuevo inicio, motivados por la oportunidad de partir desde cero que nos regala el destino.
Sin importar el motivo, todos nos encontrábamos ante dos realidades en esa noche viñamarina, disfrutábamos con adrenalina de los abruptos destellos del horizonte mientras cerrábamos simbólicamente un ciclo, a la vez que iniciábamos uno nuevo sin intervalos o entre tiempos.
De la misma forma como sucede en el mundo organizacional, la gestión de uno mismo se organiza mejor por practicidad en ciclos o periodos anuales, sea que estos tengan como hito de inicio y fin el año nuevo, el cumpleaños o alguna fecha de fuerte simbolismo personal.
Estas fechas hito deben ser aprovechadas para evaluar y reflexionar sobre los proyectos y objetivos planteados doce meses atrás, verificar con objetividad las fortalezas que fueron potenciadas y las debilidades que lograron o no canalizarse hacia emociones y conductas constructivas. Es aquí donde se decide continuar por el mismo rumbo, realizar algunas modificaciones o incluso llegar a los extremos de modificar la misión de vida, pues nunca se es tarde para ello.
Como no podemos dedicar la vida a planificar, evaluar y monitorear el avance de nuestros planes y metas que nos guían a lograr nuestra visión de vida, (dado que de hacerlo podríamos reducir esa vital incertidumbre y espontaneidad que nos brinda el vivir el momento presente sin estructuras), si debemos reservar tiempo para ese necesario ejercicio de introspección en estas celebraciones de fin de año, asegurándonos así la planificación anual de los objetivos personales.
Por lo tanto, ¡no te limites a levantar la copa!, tómate el tiempo para replantear lo que no suma al proyecto de vida personal, a desafiar nuestros modelos mentales que ocultan camuflados prejuicios que nos limitan como observadores de nuestro entorno, distorsionándolo.
Estas fechas aprovéchalas para renovar el compromiso con nuestras metas y aspiraciones, para retomar la pasión y la fuerza que son necesarias en el disfrute de lo que todos tenemos como fin último: ser felices en el instante presente, en el aquí y el ahora.
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